Alma vive en un lugar conocido por cada uno de nosotros. Alma nos susurra canciones de cuna para calmar nuestras noches oscuras, y nos despierta con el canto del nacimiento de un nuevo día lleno de alegrías y de ilusiones. Todos conocemos a Alma... sólo que......hemos dejado de escucharla.

Coloca una mano sobre tu vientre y reposa la otra sobre tu corazón. Si silencias durante unos instantes la perturbadora voz que nace de tu cabeza controladora y racional, permitirás que la voz de tu Alma se exprese y hable. “¿Qué me dirá? “Te preguntarás. No tengas miedo. Te hablará de cosas bellas. Sobre el amor, sobre la belleza. Te leerá textos enriquecidos de dulces palabras, y te dirá sin miedo todo aquello que un día no quisiste escuchar pero que siempre deseaste realizar. No te confundas. El Alma no es un ser diferente a ti, ni está separado de ti. El Alma eres tú.

Así es como empecé a permitir y a sentir mi Alma, y así es como empecé a escribir cuentos. Lo que escribo nace de mi corazón y va directo al corazón. Sólo hay que abrirse para recibir la sencillez de sus palabras, y sólo hay que ser, para que el día en que creas que nada tiene sentido, la voz de estos relatos, den aliento a tu desesperanza y alegría a tu nostalgia.

Soy y seré un canal para que historias como estas broten de mi alma, y para que mis pequeñas manos, de dedos cortos y achatados, sean el instrumento idóneo para imprimir en una hoja en blanco lo que día a día la vida me va cantando.

Con mucho amor.....

el Alma del ser que se hace llamar Mireia

martes, 8 de febrero de 2011

ALLÍ, EN EL AMAZONAS...

Fue fácil. Mucho más fácil de lo que creía. Estoy hablando de mi muerte. De mi despedida de este mundo tan denso y físico. Estoy rodeado de mi gente. Una multitud de almas grandes que abrazan mi cuerpo aún caliente y con vida. Algunos lloran, otros me sonríen con complicidad. El último suspiro llega y con él la liberación de mi alma. No he vivido muchos años, y sí muchas vidas. Pero ésta última me ha llenado de gozo y de libertad. La selva ha sido mi maestra; el aire húmedo, el sonido de la noche, la abrumadora espesura verde de la naturaleza han hecho de mi una gran persona. Un gran espíritu. He pisado la tierra firme con los pies descalzos y he podido sentir la fuerza de la madre tierra. Me he bañado en sus dulces aguas dejando que el río limpiara mi cuerpo herido. He tomado hierbas, frutas, y animales con respeto y humildad. Me he hecho amigo del jaguar y de la pantera; y he sostenido entre mis manos a los recién llegados y a los que debían marchar. He sido y seré un guerrero. Un guerrero de luz.
Antes de partir hubo un pacto desde este trozo de tierra fértil. Me ofrecí con firmeza y anhelo a volver a encarnarme en este planeta. Pero mi destino iba a ser muy distinto. Mi verdadera familia a la que dejé con nostalgia y tristeza me espera. Pero antes de volver a casa, antes de volver a reencontrarme con mi esencia, deberé pasar una gran prueba.

  • Hoy estás aquí - dijo padre.- Mañana, muchos lloraran tu muerte temprana. Eres valiente, he ahí la razón de ser el elegido. A pesar de que nuestro espíritu está vivo en estas tierras, no todos tienen el coraje de marchar para volver a un lugar tan alejado de Dios como al que has de ir tú.
    Cuando nazcas en un nuevo cuerpo; en una nueva familia; en un trozo de tierra tan lejano al nuestro, apenas podrás recordar estas palabras. Pero no temas, con el tiempo, a pesar de que te sentirás solo y perdido, volverás a recordarnos.
    Aquí tu alma está despierta y eres un espíritu libre. Tú cuerpo está fuerte y sano. Allí, te verás encerrado en un cuerpo que ahoga y en un mundo donde el amor está esclavizado. Pero este viaje es vital. Vital para nosotros, vital para tu alma, vital para la madre tierra. Todo el conocimiento que has adquirido aquí con nosotros debe expandirse. No hay muchos como tú. Tú conoces el lenguaje del alma, conoces la auténtica realidad, conoces los misterios de la vida y del ser. Aquí, en estas tierras, está en cada uno de nosotros, pero allí en el otro lado del mundo, muchos hombres anhelan saber quienes son en realidad y no saben qué hacer para descubrirlo.
    Debo decirte, y los espíritus quieren que así sea, que no será fácil. Has elegido bien, pero tu poder es grande, tu fuerza tan potente que muchas situaciones te resultarán duras y dolorosas. Te sentirás desamparado, aniquilado e incluso impotente. Protestarás y te revelarás, sentirás odio y aversión; pero en lo profundo de tu ser, tu amor, tu bondad, tu pureza es tan grande que seguirás tu camino, paso a paso, sabiendo desde el corazón que estás haciendo lo correcto. Tienes un gran trabajo. Un trabajo de dioses. Pero sabes que puedes hacerlo. Cuando pasen muchos años, y ya hayas vivido mucho, volveremos a mostrarnos, y tú podrás reconocernos. Será entonces cuando vuelvas a reunirte con nosotros. Cuando hablaremos de tu experiencia, cuando recordarás estos momentos. Sanaremos las heridas que tu nueva vida haya podido crear en tu alma y en tu espíritu. Descubrirás quién eres. Te revelarás a ti mismo. Tu magia crecerá, confirmarás que dispones de un conocimiento antiguo...y de nuevo partirás, porque la enfermedad que hay en el otro lado del mundo sólo puede curarse con amor y sabiduría.
Debo confesar que después de oír las palabras del gran espíritu a través de padre, tuve miedo, y por un momento quise abandonar. Pero un fuego interno se encendió en mi, y un amor tan grande me abrazó, que supe que aquello que estaba sintiendo era yo, y era demasiado grande y poderoso para negarlo.
Tuve el tiempo suficiente para despedirme, para ser consciente, para recogerme. Y una noche de luna creciente oí la llamada de mi espíritu. Padre ya lo sabía y lo dispuso todo para que el momento se resolviera por sí solo. Bajo el árbol de la vida mi cuerpo se quedaba inerte y yo volaba alto, muy alto.
La predicción se cumplió, y mi nueva vida se vistió de sufrimiento y de dolor. Pasaron muchos años antes de que llegara el día en que pudiera encontrarme de nuevo. El nacimiento de mi ser real se llenó de momentos oscuros y claros. Momentos de alegría, de tristeza, de unión y de cansancio. Pero siempre había una fuerza, una fuerza que no me abandonaba, una llamada que no se silenciaba, que no desaparecía, incluso en los días en que estaba extenuado. Me sentí abandonado en un mundo que apenas conocía, que distaba mucho de ser de lo que es la vida. Era difícil relacionarse, mostrarse, ser.
Y una noche soñé. Soñé con ellos, con mis amigos, con mis hermanos del alma. Olieron mis manos, mi cuerpo, y me reconocieron como el que se marchó para volver. El que se marchó para mostrar la vida, para iluminar con una gran llama la fuerza del Ser, para mostrar al resto de la hermandad que el mundo es un lugar limpio y claro, lleno de abundancia y de amor.
Hoy sé que un día muy próximo volveré a las tierras bañadas por el amazonas. Volveré al rincón de la tierra donde los árboles son nuestros consejeros y guardianes; donde la luna muestra su brillo; donde los hombres y las mujeres cantan las canciones de la madre naturaleza; donde la tierra fértil te acuna y te sostiene.
También sé que me queda poco camino por recorrer. Que estos últimos momentos que me llevan al límite de mi existencia son el último eslabón para mostrar lo que soy. Que estoy limando las últimas asperezas; los últimos rincones sucios.
Sólo debo esperar.
Esperar a que la llamada de mis hermanos se presente silenciosa un día no muy lejano.

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